sábado, 27 de enero de 2007

NOS ENGAÑAN Y MANIPULAN. CAUSAS DE GUERRA II


[Viene de: Conspiración - Causas de Guerra I ]

Ya hemos esbozado sobre la utilización del ataque a Pearl Harbor como una casus belli para que la sociedad norteamericana apoyara el ingreso de su país a la Segunda Guerra Mundial.
Pero echémosle un vistazo a otras casus belli, incluso anteriores a las de ese fatídico día de diciembre de 1941, en que la sociedad norteamerica y mundial fue burlada, para la consecución de los objetivos estratégicos de algunos.
Ya desde sus inicios como nación independiente, EEUU demostró sus ansias de poder, imitando las acciones expansionistas que habían desarrollado ciertos países europeos. Es así como se fuerza a conflictos armados a la corona de España, con el fin de anexarse sus territorios.

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La enciclopedia de bolsillo, Wikipedia, nos cuenta de esta forma lo sucedido:

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Los Estados Unidos [en el siglo XIX] fijaron su área de expansión inicial en la región del Caribe y, en menor medida, en el Pacífico […] Tanto en una zona como en otra se encontraban valiosas colonias españolas (Cuba y Puerto Rico en el Caribe, Filipinas, las Carolinas y las Marianas en el Pacífico) que resultarían una presa fácil debido a la fuerte crisis política que sacudía su metrópoli desde el final del reinado de Isabel II. En el caso de Cuba, su fuerte valor económico, agrícola y estratégico ya había provocado numerosas ofertas de compra de la isla por parte de varios presidentes estadounidenses (John Quincy Adams, James Polk, James Buchanan y Ulysses Grant), que el gobierno español siempre rechazó.

[…]

La escalada de recelos entre los gobiernos de EEUU y España fue en aumento, mientras en la prensa de ambos países se daban fuertes campañas de desprestigio contra el adversario.

[…]

Con la excusa de asegurar los intereses de los residentes norteamericanos en la isla, el gobierno estadounidense decidió el envío a La Habana del acorazado de segunda clase Maine. El viaje era más bien una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España, que se mantenía firme en el rechazo de la propuesta de compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico. El 25 de enero de 1898, el Maine hacía su entrada en La Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la época como actuales. En correspondencia a este hecho, el gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de Nueva York. A pesar de lo inoportuno de la visita, las autoridades locales españolas trataron con toda amabilidad a la tripulación estadounidense.

Sin embargo, a las 21:40 del 15 de febrero de 1898, una explosión ilumina el puerto de La Habana. El Maine había saltado por los aires. De los 355 tripulantes, murieron 254 hombres y 2 oficiales. El resto de la oficialidad disfrutaba, a esas horas, de un baile dado en su honor por las autoridades españolas.

Sin esperar siquiera el resultado de una investigación, la prensa sensacionalista de William Randolph Hearst publicaba al día siguiente el siguiente titular: "El barco de guerra Maine partido por la mitad por una artefacto infernal secreto del enemigo".

A fin de determinar las causas del hundimiento se crearon dos comisiones de investigación, una española y otra estadounidense, ya que estos últimos se negaron a una comisión conjunta, pues para ellos el resultado de la investigación se había decidido mucho antes, ya que en una muestra típica de la arrogancia estadoudinense de la época, todo apunta a que idearon la operación con el objetivo de tener un casus belli para declarar la guerra a una España arruinada y en decadencia que seguía poseyendo territorios inmensamente ricos. Los americanos sostuvieron desde el primer momento que la explosión había sido provocada y externa. La conclusión española fue que la explosión era debida a causas internas. Los españoles argumentaron que no podía ser una mina, como pretendían los estadounidenses, ya que no se vio ninguna columna de agua y, además, si la causa de la explosión hubiera sido una mina, no tendrían que haber estallado los pañoles de munición. En el mismo sentido, hicieron notar que tampoco había peces muertos en el puerto, lo que sería normal en una explosion externa. Y aunque todas estas cosas eran evidentes, el gobierno de Estados Unidos no las reconoció y se negó desde un primer momento y en redondo a un diálogo sobre la cuestión.

[…]

Sin embargo, EE.UU. acusó a España del hundimiento y declaró un ultimátum a España en el que exigía la retirada de Cuba, condición absolutamente intolerable para cualquier país soberano, además de empezar a movilizar voluntarios antes de recibir ninguna respuesta, en una demostración de intenciones evidente. Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios. Comenzaba así la Guerra hispano-estadounidense.

[…]

Santiago de Cuba se rindió el 16 de julio.

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Mediante los acuerdos de París de 1898, Estados Unidos adquirió Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam.

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Después de la Guerra Hispano-Estadounidense, Estados Unidos justificó sus acciones con el argumento de que preparaba a las naciones subdesarrolladas para la democracia. La Declaración de Independencia contenía el principio de autodeterminación nacional. […] Finalmente constatamos que Estados Unidos tuvo su "recompensa" controlando Cuba durante unas pocas décadas.

[Pero como la codicia no tiene límites para ciertas personas, aprovecharon de asegurarse otro terrenito de forma conspirativa]

Pese a las críticas de los antiimperialistas, la mayoría de los estadounidenses creían que el conflicto español había sido oportuno y estaban ansiosos por hacer sentir el poder de Estados Unidos, que comenzó a gravitar cada vez con más fuerza en toda el área del Caribe. El Presidente Theodore Roosevelt propuso construir un canal en Centroamérica, y en 1903 ofreció al gobierno colombiano comprar una franja de tierra de lo que hoy es Panamá. Al mismo tiempo que Colombia rechazaba la oferta de Roosevelt, se desató una rebelión en el área designada para la ubicación del canal. Roosevelt apoyó la revuelta y rápidamente reconoció la emancipación de Panamá frente a Colombia. Unos días después, el francés Phillip-Bunau-Varilla, quien viajó a Washington como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la naciente República de Panamá, vendió a Estados Unidos la zona del canal. En 1914, el Canal de Panamá se abrió al tráfico marítimo.

[…]





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