domingo, 1 de abril de 2007

EL EJÉRCITO MERCENARIO MÁS PODEROSO DEL MUNDO

Comienzo con una pregunta: ¿ya vieron el documental "¿Por Qué Luchamos?" que comenté en esta entrada.

Pues bien, me he encontrado con una entrevista -en la nueva y excelente página de noticias alternativas "Señales de los Tiempos"- en la cual se expone, en toda su nefasta magnitud, los alcances del negocio de la "guerra contra el terrorismo".

El periodista investigativo Jeremy Scahill, en una entrevista a Democracy Now, nos habla de su nuevo libro: "Blackwater: El ascenso del ejército mercenario más poderoso del mundo". En éste le da nombre al mayor demonio del negocio privado de la guerra: Blackwater.

Les recomiendo la lectura de la entrevista en Señales de los tiempos, que, aunque extensa, da detalles muy instructivos acerca de lo poderoso que se ha covertido en Estados Unidos el "complejo militar industrial".

El mayor temor del ex presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower, a nuestro pesar, se ha hecho realidad. Fue un pequeño monstruo que el mismo ayudó a crear, y que ahora se ha convertido en un gran monstruo, con muchas cabezas y largas colas que se cuelan por los pasillos del poder en Estados Unidos y compañía.

Pero así como los chamanes del antiguo México clasificaban entre Pinches tiranos, pinches tiranitos y pinches tiranitos chiquitos; yo creo que las corporaciones que negocian con la guerra y los neoconservadores, son Pinches Tiranitos Chiquititos, que son manipulados por Pinches Tiranitos y éstos -a su vez- por reales Pinches Tiranos.

Pero dejemos eso para otro día, ya que les quiero relatar lo que comentó Jeremy Scahill sobre esta compañía: Blackwater.

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Scahill escribe, "Blackwater es la guardia pretoriana de elite para la ‘guerra global contra el terror,’ con su propia base militar, una flota de veinte aviones, y 20.000 contratistas privados listos para entrar en acción. Dirigidos por un conservador cristiano multimillonario que financia al presidente Bush y a sus aliados, sus fuerzas son capaces de derrocar gobiernos.”

[...] en lugar de limitar su dependencia de contratistas en Iraq, el gobierno de Bush ha expandido la privatización de la guerra. Blackwater fue uno de los principales beneficiados. Desde Iraq a Nueva Orleans, Blackwater ha seguido obteniendo contratos multimillonarios del gobierno, en su mayoría sin obligación de dar cuenta, y en cuasisecreto.
Una vez en Iraq, ocurrió un hecho que quedó grabado en las retinas del mundo, y fue el ataque de los iraquíes a un convoy de militares norteamericanos, y ante las cámaras fueron quemados, arrastrados por Faluya y colgados.

Resulta que dicho convoy estaba a cargo de la empresa Blackwater y sus ocupantes eran funcionarios de esta empresa de seguridad. Los que ese día eran mercenarios, en otro momento fueron destacados miembros de las fuerzas armadas especiales de Estados Unidos.

Sobre dicho episodio, Scahill nos explica:

[...] la gente de Faluya – y pienso que con razón – estaba muy indignada por el tratamiento sufrido a manos de USA y sus aliados y vio esa especie de relación entre USA e Israel como significando la conquista de Oriente Próximo y ciertamente de Iraq. En realidad, mucha gente en Iraq creía que los contratistas militares privados, como Blackwater, eran o de la CIA o del Mossad. Así que es muy probable que cuando esos individuos entraron a Faluya esa mañana, la gente pensó que estaba atacando a un convoy de la CIA o a un convoy del Mossad.

Blackwater se negó a proporcionarle los informes del hecho a las familias de los mercenarios muertos en esa ocasión. A pesar de ello, existen varios antecedentes que hacen pensar que, a estos ex-militares, no se les dió la protección adecuada para llevar a cabo su labor, convirtiéndose por ello en blanco fácil de la insurgencia y contraviniendo las condiciones establecidas en los contratos suscritos por esta empresa. Por esta razón, la cuatro familias presentaron en enero del 2005 una demanda por homicidio culposo en contra de la Blackwater.
La investigación periodística, acusa a Blackwater de estar involucrada en hechos como: la masacre de Najaf, en que se estima que fueron asesinadas un centenar de personas que participaban en una protesta; o su responsabilidad en los vuelos de la tortura de la CIA, que se llevaron a cabo en los cielos y aeropuertos de Europa; o cómo aprovecharon de lucrar y expendirse por Estados Unidos, gracias a los jugosos contratos que obtuvo a partir del desastre que causó el huracán Katrina en Nueva Orleans; o su participación en el programa Guardia Caspio, para asegurar el control de la zona petrolífera del mar Caspio.

Sobre eso último, nos relata:


Bueno, una historia que casi no ha recibido atención alguna es que cuando el gobierno de Bush comenzó a explotar los recursos del Mar Caspio, se dio cuenta de que necesitaba tener fuerzas de seguridad en la región, pero no quería tener una presencia militar abierta de USA, especialmente con la inminente ocupación de Iraq y la ocupación de Afganistán. De manera que lo que comenzó a hacer fue un programa llamado Guardia Caspia, con el que comenzaron a formar fuerzas militares en Georgia, Kazajstán, Azerbaiyán. Y éste fue un programa que recibió muy poca atención en los medios de información.

Y así, comenzando en julio de 2004, el gobierno de Bush envió a Blackwater a la parte más estratégica de esta operación, a la ciudad portuaria de Bakú, que sobresale de la costa de Azerbaiyán hacia el Mar Caspio. Y Blackwater fue sigilosamente, con un contrato original de 2,5 millones de dólares, y estableció una unidad de noventa hombres de fuerzas especiales de las fuerzas armadas de Azerbaiyán, modelada según los Seals de la Armada de USA, Así que estaba exportando entrenamiento para las fuerzas más elitistas de USA.

[...] Y lo que hizo esta misión fue permitir que el gobierno de Bush enviara fuerzas leales del sector privado para fortalecer no sólo la defensa del proyecto de oleoducto, que ahora está abierto y fluye, sino que algunos han sugerido que podría ser utilizada, esa instalación que Blackwater construyó, como una de varias bases de operación de avanzada para un ataque potencial contra Irán.
Pero ¿cómo surgió esta empresa, catalogada como la más poderosa del mundo en el negocio de la guerra?

Blackwater fue […] registrada a fines de 1996, y en realidad comenzó a aumentar sus operaciones en 1997. Originalmente, se trataba de una parcela de 20 kilómetros cuadrados cerca de Great Dismal Swamp en Carolina del Norte, y de la fortuna privada personal de su fundador, Erik Prince. Se cree que es, si no el más rico, uno de los más ricos que hayan servido jamás en los elitistas Seals de la Armada de USA.

[…] Erik Prince proviene de una dinastía cristiana derechista muy acaudalada en la ciudad de Holland, Michigan. […]

Y así, el joven Erik Price creció en esa atmósfera muy embriagadora que mezclaba una especie de evangelio de mercado libre con el evangelio cristiano literal. Sus familiares eran calvinistas estrictos. Y Erik Prince fue político desde muy joven y vio como su padre utilizó su compañía como una máquina para generar dinero a fin de alimentar el ascenso de lo que ahora conocemos como la derecha religiosa en este país, así como la Revolución Republicana de 1994. […]

Y la familia terminó, después de mucha deliberación, por vender Prince Manufacturing por poco menos que 1.500 millones de dólares en efectivo, y Erik Prince emprendió su experiencia política, su compromiso religioso y la experiencia que obtuvo de observar como su padre se convertía en un importante manipulador en política y negocios, y abrió Blackwater. Y formó un equipo con otros antiguos sujetos de las Fuerzas Especiales, y Blackwater fue fundada sobre la base del principio de anticipar la acelerada subcontratación por el gobierno del entrenamiento y la capacitación relacionada con armas de fuego.
Supuestamente iba a ser algo como un paraíso/centro de entrenamiento de deportistas en los páramos de Carolina del Norte.
No fue si no hasta que los neoconservadores comenzaron a delinear, desde dentro del aparato gubernamental, la política de Estados Unidos, que Blackwater fue adquiriendo jugosos contratos y consolidando su poder e influencia. Se podría decir que el mejor día para esta empresa, fue el 11 de septiembre del 2001.

El 10 de septiembre de 2001, Donald Rumsfeld hizo uno de sus primeros discursos de importancia como Secretario de Defensa, y reunió en su presencia a una manada de ejecutivos corporativos que habían sido elegidos por el gobierno de Bush para que compusieran el máximo liderazgo civil en el Pentágono.


En el Pentágono había una especie de mezcla de gente. Por una parte, había gente de USA corporativo, de todos los fabricantes de armas y productos para la defensa, y luego también estaban los ideólogos neoconservadores, gente como Paul Wolfowitz. Y así, Rumsfeld hizo un discurso en el que literalmente declaró la guerra a la burocracia del Pentágono. Y dijo: “No he venido a destruir el Pentágono, sino a liberarlo. Tenemos que salvarlo de sí mismo.”

Y luego literalmente el día siguiente, el Pentágono fue atacado. Pero la visión que Rumsfeld describió ese día sería conocida como la Doctrina Rumsfeld, cuando se utiliza la alta tecnología, fuerzas de base pequeña y un uso creciente y acelerado de contratistas privados para librar las guerras. Y también, en el centro de la Doctrina Rumsfeld, estaba el cambio de régimen en naciones estratégicas centrales. Tanto Rumsfeld como Cheney habían sido firmantes del Proyecto por un Nuevo Siglo USamericano, que preveía un nuevo Pearl Harbor como acelerador de la orden del día, la orden del día neoconservadora. Y, por cierto, el día después de que Rumsfeld presentara ese plan, fue atacado el Pentágono, y de repente el mundo se convirtió en un lienzo vacío en el que Rumsfeld y Cheney y Bush podían pintar su visión.
Y ha sido tan bueno el negocio de la guerra contra el terrorismo, que los mismos que han estado a la cabeza de Blackwater, ahora están "diversificando su producto de servicios", abarcando a asuntos como asesoría y operaciones de inteligencia. En esta tarea surge el nombre de Cofer Black, quien justo antes del 11 de septiembre fue puesto a dirigir el centro de contraterrorismo de la CIA.

AMY GOODMAN: Cofer Black forma ahora parte del nuevo esfuerzo de Blackwater, una nueva compañía llamada Total Intelligence Solutions [Soluciones Totales de Inteligencia].

JEREMY SCAHILL: Correcto. Es realmente la próxima especie de generación de la privatización: la privatización de las operaciones de inteligencia. Y están mercadeando sus servicios a las 500 compañías de Forbes. Y por lo tanto, no se trata sólo de Cofer Black. Es otro tipo de la CIA que fue a trabajar en Blackwater, Robert Richer, que fue Director Adjunto de Operaciones en la CIA. Y esos dos son realmente la clase de dirigentes tras la nueva iniciativa.

Pero, en realidad, el que está tras todo el asunto es Erik Prince, el jefe de Blackwater. Está adquiriendo rápidamente, por ejemplo, un centro de formulación de políticas, el Terrorism Research Center [Centro de Investigación del Terrorismo], y otras entidades de inteligencia y juntándolas. El gran ímpetu de Blackwater en la actualidad no es sólo por obtener contratos del gobierno, sino también contratos de las corporaciones.

Y así, forma parte de esta orden del día radical de privatización. Y que haya un hombre dirigiendo todo eso que dijo abiertamente al Congreso: “Hubo un antes del 11-S, y después del 11-S nos sacamos los guantes” – es un tipo que dirigió esencialmente el programa de entregas extraordinarias, que trabaja ahora de vicepresidente de Blackwater e inicia su propia compañía privada de inteligencia.
Como si los organismos de inteligencia estatales y toda la maquinaria militar, no fuera lo suficientemente terrorífica, vienen estos empresarios cuyo único interés es tener cada día más y mejores negocios para llenar sus arcas.

Acá en Chile, unos cuantos "pelagatos" de una empresa pequeña de asesoría de inteligencia, hicieron cuanto pudieron para provocar falsas situaciones de amenaza terrorista, y así asegurarse que el gobierno les financie sus valiosas asesorías.

Sobre ello escribí a propósito de las cartas como medio de manipulación [Ver aquí].

Pero, el gran problema de todo esto, es que estas empresas de mercenarios están actuando de forma impune. Se está intentando regularlas y someterlas a algún tipo de legislación o jurisdicción, pero todos los esfuezos parecen en vano, a la hora de aplicarlas.

Sobre ello nos dicen:

Ahora bien, Blackwater ha argüido en sus instrucciones legales que no puede ser demandado en tribunales civiles y que tiene derecho a la misma inmunidad de la que gozan los militares contra la litigación civil dentro de USA. Y el motivo por el que Blackwater dice esto, o entre las principales razones, es que Donald Rumsfeld clasificó en febrero de 2006 a los contratistas como parte oficial de la fuerza total de USA, formando parte efectiva de la máquina bélica de USA. Así que Blackwater ha dado un vuelco y adoptado la designación de Rumsfeld de su compañía como parte oficial de la fuerza total de USA y dicho: “Esto significa que formamos parte de las fuerzas armadas de USA y no nos podéis demandar.”

Al mismo tiempo, Blackwater, desde 2004 ha estado cabildeando para que sus fuerzas no sean colocadas bajo el Código Uniforme de Justicia Militar, conocido comúnmente como el sistema de cortes marciales. De modo que Blackwater dice esencialmente: “Estamos por sobre la ley. No podemos ser juzgados en tribunales militares. No podemos ser juzgados por tribunales civiles.” […]

Técnicamente, el derecho del país es algo llamado la Ley Militar de Jurisdicción Extraterritorial – es un trabalenguas – que fue aprobado en el año 2000, y dice que cualquiera, cualquier contratista que trabaje para o acompañe a las fuerzas Armadas debería ser sometido a enjuiciamiento bajo la ley de USA por crímenes cometidos en el campo de batalla. Ahora bien, uno de los principales defectos de eso – quiero decir, existe un defecto mucho mayor, que explicaré en un segundo – uno de los principales defectos de eso es que Blackwater, por ejemplo, no trabaja para las fuerzas Armadas. Tiene un contrato con el Departamento de Estado en Iraq. Así que desde el punto de vista técnico no trabaja para el Departamento de Defensa. Así que podría argumentar que realmente no está sometido a esa ley. […]

Pero el principal problema no es lo bien que se ve en el papel. El principal problema es que ahora mismo hay 100.000 fuerzas privadas operando en Iraq - ¿quién va a hacer las investigaciones? Porque según esta ley, serían fiscales de USA. ¿Así que un fiscal federal de USA iría de Virginia a Bakuba? ¿Y quién los va a proteger? ¿Y quién va a entrevistar a las víctimas iraquíes? ¿Y cómo funcionaría todo esto? Y cuando le pregunté esto al representante David Price, dijo: “Bueno, es una excelente pregunta. No dije que era algo simple.”

Pero el hecho es que la industria mercenaria apoya esa legislación porque no es aplicable. Y así, se ve muy bien en el papel. Los mercenarios pueden ir al Congreso y decir: “Bueno, existe esta ley. Podemos ser procesados.” Pero la realidad es que sólo una persona ha sido acusada, un solo contratista ha sido acusado en todos estos años de ocupación en Iraq, y ni siquiera fue un contratista militar armado.

AMY GOODMAN: ¿Y otras leyes que miembros del Congreso y senadores están tratando de presentar?

JEREMY SCAHILL: […] El senador conservador por Carolina del Sur, Lindsey Graham […] agregó subrepticiamente a la autorización de defensa de 2007 que el presidente Bush promulgó como ley, que los contratistas serán colocados bajo el UCMJ, el Código Uniforme de Justicia Militar, el sistema de cortes marciales. Perdieron la chaveta con el asunto. Y es sólo un ejemplo en el que...

AMY GOODMAN: Eso fue aprobado.

JEREMY SCAHILL: Fue aprobado. Bush promulgó la ley. Así que ahora, Barack Obama, por ejemplo, presentó esa legislación aplastante que también trata de expandir ese procesamiento interior de contratistas al campo de batalla, y también pide al Pentágono que aclare cómo va a implementar el cambio hecho por Lindsey Graham, porque la ley del país ahora mismo es en realidad que los contratistas podrían ser colocados en el sistema de cortes marciales. Y creo que vamos a ver serios cuestionamientos constitucionales. Esto va a tardar años y años. Quiero decir, los contratistas están para quedarse. Quiero decir, no vamos a llegar a ninguna parte. Y sólo van a aumentar con la ‘elevación’ y con la salida de los británicos, sabes, de parte de sus soldados.
¿Les parece -como a mí- que todo esto huele y se ve mal, muy mal? Pues, creo si llegaron a este nivel de la lecura, deben estar tan asustados como yo.

Gracias por leer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

en africa tambien han tenido a esa escoria,hay 1 empresa surafricana tambien.lo k se deberia hacer es el viejo remedio del internacionalismo.si solo 1 par de sargentos cubanos les dieron pal pelo en angola...kieren contratistas???demosles milicianos y a ver k tal se las arreglan esas ''fuerzas de elite''...